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20 de febrero de 2014

IV. Aval a la impunidad del poder económico imperialista por creencia en la democracia que agrava con leyes antiterroristas su criminalización tanto de los desposeídos como de los que reclaman sus derechos. Detrás de la recuperación de YPF vino Galuccio como su CEO, su pacto secreto con Chevron. Todo para Vaca Muerte que, además, exige intervención del FBI y desalojo de las Comunidades Mapuche.


Después de Chevron, el FBI (…y después qué?)
19-02-2014

A.P.C.A. - Asamblea Permanente del Comahue por el Agua.
Nos sorprendió como vecinxs autoconvocadxs saber que el gobierno provincial  quiere defender la sociedad neuquina por medio de una supuesta capacitación de 25 fiscales provinciales  y 25 policías a cargo de técnicos del Federal Beurau of Investigations  (FBI), que después de ser protagonista de  tantas películas y series de Hollywood desembarca en las tierras de la Vaca Muerta.
La triada $apag (gobernador),  Gastaminza (ministro de seguridad)  y Gerez (fiscal Provincial) promete una película policial y de terror.  Fuera de metáfora la situación de la seguridad provincial es muy grave. Con esto no nos referimos a los robos en las casas o a los pibes chorros, sino más bien a quienes amparados detrás de un uniforme, abusan  de su autoridad y ejercen una violencia  que va más allá de la fuerza pública institucional, violando  en muchos casos los D.D.H.H. básicos, hasta matar.
Sólo en 2013 las calles de la provincia han sido escenario de hechos de extrema gravedad en el marco de la violencia policial. El asesinato de Willy Gutierrez, testigo clave  en el juicio de Brian (otro asesinado por la misma policía) y la represión del 28 de agosto para defender la aprobación del acuerdo YPF - Chevron hablan solos. 

Esta capacitación, que a la vez significa un viaje gratis a la Patagonia para los policías de E.E.U.U.,  muestra el miedo que el gobierno le tiene al pueblo, que de a poco empieza a no tolerar más las medidas grotescas de manejo del MPN.  A la vez también la fortificación de la Legislatura por medio del paredón que el gobierno hizo levantar durante el verano,  expresa su profunda inquietud e inseguridad.

El problema de la seguridad es un arma multifacética. Normalmente cuando los gobiernos hablan de seguridad siempre se refieren a la defensa (hasta armada) de la propiedad privada y  de los propietarios.  Este curso, pagado a través de un convenio entre el Concejo Federal de Inversiones (“un organismo federal cuyo objetivo fundacional es promover el desarrollo armónico e integral de las provincias y regiones argentinas”) y el gobierno provincial  tiene como contenidos los siguientes módulos:

“Manejo del lugar del hecho”; “Investigación del barrio”; “Introducción a las bandas/organizaciones criminales”; “Cómo testimoniar en juicio”; “Estructura de una entrevista”; “Técnicas para escuchar activamente”; “Protocolo para interrogatorio”; y “Detección del engaño”, entre otras temáticas.

Así se pone en marcha un dispositivo represivo que hace pensar a la activación de la ley antiterrorista a nivel provincial. Sólo en la provincia de Neuquén hay 600 procesados y 50 presos  por luchas sociales. Es decir el 10 % de todo el país. Si se mira a los contenidos de los módulos también no podemos no pensar a las metodologías poco convencionales que se usaron para condenar a perpetua los 9 petroleros de Las Heras y que sienta un precedente muy peligroso por este tipo de procesos penales. Todo esto nos devuelve las atmosferas de la dictadura militar pero con nuevas y  más nefastas tecnologías represivas y de control.

Según  el fiscal Gerli “El FBI no viene a cualquier lugar, solo viene a aquellos lugares donde puede confiar en la transmisión de esa metodología. Han hecho una valoración inicial de lo que representa el Ministerio Público Fiscal y la Policía, y en base a ese análisis el FBI ha dispuesto que directamente desde Washington vengan a capacitarnos. No le da lo mismo que sea cualquier lugar y cualquier capacitado”.  

Por una vez acordamos con el fiscal sabiendo que si vienen acá es para defender el petróleo de Chevron y sus inversiones eco - genocidas y que se encuentran con funcionarios dispuestos a matar.

Convocamos a todxs lxs seres humanxs , a las familias de las victimas de gatillos fácil, vecinxs, collectivxs, trabajadores, pueblos originarios, organizaciones sociales, sindicatos, partidos, murgas, juntas vecinales, organizaciones de D.D.H.H., multisectoriales, equipos de deporte populares, bibliotecas populares,  instituciones religiosas, artistas  para

rechazar este abuso a la democracia y
decirle a la FBI que acá de represión ya estamos hartos y
que se vuelva con sus métodos  a su país ya!!!!!!!
Nunca más muertos por gatillo fácil, nunca más represión policial! Fuera el FBI!
Basta de imperialismo!!!  No pasaran!!!
Lunes 24 de febrero de 2014 - 10 hs
Jefatura de Policía de Neuquén - Richieri 775

Adhieren :

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DESALOJO
COMINICADO DE PRENSA
COMUNIDAD MAPUCE WINKUL NEWEN
Jueves 20 de febrero de 2014
Desde la Comunidad Winkul Newen queremos hacer público la persecución judicial que estamos sufriendo en una causa, que se nos ha armado, en la que se nos acusa de “Lesiones graves y daños” hacia una oficial de justicia.  Hoy nos hemos presentado al Juzgado Penal de Zapala a una audiencia de formulación de cargos que se llevó adelante en forma irregular ya que no contábamos con la presencia de nuestros abogados y tampoco se cumplieron con los derechos ancestrales contemplados en el Convenio 169 de la OIT que obliga a la presencia de un intérprete de mapuzungun, entre otros.
En diciembre de 2012 la Jueza Ivonne San Martín dictó una orden de desalojo en la que se habilitaba a la Empresa Apache a ingresar al territorio comunitario para explotar el Yacimiento Portezuelo Norte, que se encontraba paralizado por la grave situación de contaminación (el día anterior al intento de desalojo la comunidad estaba de duelo por la muerte de una niña por razones dudosas que podría implicar la contaminación). En esa oportunidad nuestra comunidad resistió el intento de desalojo que contaba con topadoras escoltadas por gran despliegue policial. Varias horas después fuimos detenidos sorpresivamente en la Sede de la Confederación Mapuce en Zapala. Fuimos acusados de una supuesta agresión hacia la oficial de justicia, lo cual desmentimos rotundamente desde el primer día.

Hacemos responsable al Poder Judicial por no haber dado respuestas a las demandas de nuestra comunidad que datan desde el año 2000. Sostenemos que esta causa que nos han armado no responde al ámbito privado sino que se enmarca en la criminalización hacia las demandas del pueblo mapuche. Por eso exigimos: se nos retiren inmediatamente los cargos formulados, juicio político a la Jueza Ivonne San Martín y al Fiscal Marcelo Jofré, que se retiren las petroleras de nuestros territorios ancestrales y se respeten los derechos indígenas tal cual lo prevé nuestra constitución.  
Ante este grave escenario hacemos un llamado público a las organizaciones sociales, políticas, de derechos humanos, originarias y sindicales para que nos acompañen en nuestra lucha, ya que en la audiencia de hoy, a través del abogado querellante en la causa, Julián Álvarez se nos acusa ahora por tentativa de homicidio. Por el desprocesamiento inmediato!!!

Somos Mapuce en defensa de la vida, guardianes del Wall Mapu
por eso continuaremos reivindicando nuestros derechos y de todos.
Contactos: Relmu Ñanco 0299-  155323840- Martín Maliqueo 0299- 155086549
¡Marici Wew,  Marici Wew!!!

III. Aval a la impunidad del poder económico imperialista por creencia en la democracia que criminaliza tanto a los desposeídos como a los que reclaman sus derechos. Con el 54% del electorado promulga la Ley anti-terrorista y promueve reforma neoliberal del Código Civil.

En el contexto de un 2014 con mayor conflictividad social
Reformas polémicas en el Código Civil

El proyecto de reforma y unificación del Código Civil y Comercial atravesó fuertes polémicas hacia finales del 2013, a partir de las más de 100 modificaciones que el oficialismo realizó al proyecto original diseñado hace más de 2 años por los jueces de la Corte Suprema de la Nación Ricardo Lorenzetti y Elena Highton, con la doctora Aida Kemelmajer de Carlucci. Entre los puntos más conflictivos de la reforma se encuentran la responsabilidad del Estado, el inicio de la vida, el derecho al agua, la función social de la propiedad de la tierra, entre otros. 

Por El Caminante.
2014-01-01
Responsabilidad del Estado
El tema de la responsabilidad del Estado había sido incluido en el proyecto original, pero luego fue sustraído del Código Civil y Comercial, dándosele tratamiento el mismo día en la Cámara de Diputados, a una ley de responsabilidad de Estado, de manera separada. La misma exime de toda responsabilidad civil al Estado y a sus funcionarios públicos ante un hecho lícito o ilícito que perjudique a un ciudadano o a una empresa. Éstos ya no podrán acudir al fuero civil para reclamar un resarcimiento por ese daño cometido, sino que deberán interponer reclamos administrativos sujetos a una legislación que no es homogénea y que varía según sea la provincia en que haya ocurrido el hecho.

En otro retroceso, también elimina las sanciones pecuniarias disuasivas (astreintes, o multas) contra el Estado y sus agentes y funcionarios. Peor aún, establece que el Estado no debe responder, ni aun en forma subsidiaria, por los perjuicios ocasionados por los concesionarios o contratistas de los servicios públicos. Un gran ejemplo de lo conflictivo que puede ser este artículo es la masacre de Once: si eso hubiese ocurrido luego de la sanción del nuevo Código, no existiría la posibilidad de accionar contra el Estado ni sus funcionarios.

¿Y a los trabajadores?
En este marco, es importante tener en cuenta que los trabajadores públicos, no podrán accionar contra el Estado en el Fuero Civil y con su normativa (tampoco contra contratistas del Estado), considerando que dicho fuero permite al damnificado, a diferencia del Contencioso Administrativo, una reparación íntegra del daño ya que se tienen en cuenta varios rubros como daño moral, lucro cesante, daño emergente, etc..
Respecto a los trabajadores del sector privado, la reforma del Código Civil establece que la empresa principal no será responsable ni solidariamente, de las deudas laborales de firmas dependientes o subsidiarias. A contramano de diversos fallos, esta modificación deja las puertas abiertas a la tercerización, ya que las empresas que tercerizan no podrán ser demandadas solidariamente junto con las empresas dependientes por los trabajadores.

Así también es un punto conflictivo la regulación de las UTE (Unión Transitoria de Empresas). No se presume que quienes las integran sean solidariamente responsables por los actos y operaciones que haga la UTE, ni las obligaciones que contraiga frente a terceros. Dicha regulación afectaría de lleno a los acreedores de dichas entidades siendo los trabajadores el eslabón más frágil de esa cadena de acreedores.

Asimismo se modifica la regulación del Contrato de Suministro, la figura contemplará el contrato por el cual el suministrante se obliga a entregar bienes, incluso servicios sin relación de dependencia. Este es uno de los fraudes más comunes dentro del mercado laboral. Muchas veces se esconde la relación de dependencia con la confección de dicho contrato, ficción que no permite que las normativas laborales, que poseen principios a favor de los trabajadores, alcancen a dicha relación.

Como última arista en la afectación de los trabajadores, se regula la posibilidad de crear una Sociedad Unipersonal, es decir, compuesta por un solo socio. Esta regulación pondrá a salvo el patrimonio personal del socio único, y ante reclamos laborales y de otros estilos, la responsabilidad alcanzaría solamente al patrimonio societario. Esta figura será bien recibida por las sociedades extranjeras, que en lugar de instalar una sucursal con las mismas responsabilidades que una casa matriz, optarán por constituir una sociedad unipersonal (filial). Así la casa matriz no responderá por las obligaciones contraídas por la sociedad unipersonal. Esto afectaría directamente a los trabajadores, sobre todo en caso de concurso o quiebra de la filial, solo pudiendo cobrarse sus créditos laborales del patrimonio insolvente de la sociedad unipersonal.

La incidencia de la Iglesia y el polémico artículo 19
La reforma del Código Civil también fue fuertemente cuestionada por organizaciones sociales y de derechos humanos criticando a la injerencia de la Iglesia Católica en el artículo 19. Este establece que la vida humana comienza desde la concepción (ya no aclara "en el seno materno"), eliminando cualquier tipo de mención a las técnicas de fertilización asistida y, por lo tanto, a las diferencias entre un embrión antes y después de ser transferido. A su vez que impone límites claros a la hora de debatir la legalización del aborto.
Por otro lado, se sostiene en la reforma del Código Civil y Comercial el estatus de persona jurídica publica que posee la Iglesia Católica. Esto confirma el soporte financiero que le asegura la Constitución y la inembargabilidad de sus bienes, dándole fuerte preeminencia por encima de todas las organizaciones religiosas.

Función social de la propiedad
Otro punto de tensión en el proyecto del nuevo Código Civil y Comercial es respecto a la eliminación de la función social de la propiedad privada y la regulación de las diferentes formas de propiedad.
En este punto no se tiene en cuenta las dificultades que sufren las familias campesinas e indígenas en el campo para acceder a la vivienda y a la propiedad de las tierras que habitan, donde muchas veces ni siquiera se reconoce la propiedad veinteñal, por lo que terminan por ser sometidas a todo tipo de violencias judiciales y también físicas. Algo similar ocurre en las ciudades, donde la falta en el acceso a la vivienda con servicios elementales no deja de aumentar.

Así también, se define a los Pueblos Originarios como personas de Derecho Privado, desconociendo que la Constitución contempla la preexistencia de estos pueblos al Estado Nación. Las comunidades indígenas tendrán derecho a la posesión y propiedad comunitaria de las tierras, sólo en caso de que tengan personería jurídica reconocida, pero se excluye su participación en la gestión referida a sus recursos naturales como derechos de incidencia colectiva.

Otros menos afortunados
Quizás uno de los puntos más criticados es el que hace referencia a la eliminación del acceso al agua potable como un derecho humano. El artículo eliminado obligaba al Estado a garantizarlo sin distinción a todos los habitantes para fines vitales. Punto más que necesario en un país donde actualmente más de un cuarto de la población no accede al agua potable.
Como último punto, en materia de arbitraje, las partes en conflicto podrán elegir otro tribunal, privado o no, interno o internacional distinto al de los Estados en los que surge el conflicto y se desarrolla la relación jurídica. Se refuerza la continuidad de las políticas de la década de los 90, teniendo como antecedente cercano la aceptación del CIADI (Tribunal del Banco Mundial), por parte del Estado Argentino, para dirimir controversias con Empresas extranjeras.

Conclusiones
Estos son los puntos más significativos de una reforma del Código Civil, que consta de más de 2600 artículos, y presumiblemente entrara en vigencia en el 2016. Su aprobación estuvo atravesada por fuertes polémicas, y su eje central no fue el de realizar una reforma en donde el pueblo participe y se empodere a partir de sus derechos, y donde se puedan ver avances significativos en necesidades tan contundentes como el acceso a servicios básicos, la propiedad de la tierra, la decisión de las mujeres en su propio cuerpo, la responsabilidad del Estado de garantizar todos los derechos, etc. Ha pasado por tantas modificaciones y lo atravesaron tantos intereses que se ha perdido la oportunidad de modificar a favor de los sectores populares, uno de los instrumentos jurídicos más relevantes a la hora de regular la vida de los argentinos.

19 de febrero de 2014

II. Aval a la impunidad de ayer y hoy del poder económico imperialista que nos interpela a instalar la deliberación sobre caminos no capitalistas.

¿Es utópico luchar contra el capitalismo?:
¡El capitalismo nacional es una utopía!

Por: Julio C. Gambina (especial para ARGENPRESS.info)
¿Es posible sostener una sociedad anticapitalista, antiimperialista, socialista?

La crisis capitalista es un dato de la realidad, aunque algunos la nieguen. Es parte de un diagnóstico generalizado, a izquierda y derecha, sin embargo algunos se resisten a esa calificación.

Hace pocos días, el economista Pablo Rojo me discutía la existencia de una crisis mundial y calificaba de utópica mi propuesta en pos del socialismo (1). Era en pleno despliegue de la mega devaluación de fin de enero.

Lo curioso, es que también me calificaba de utópico un periodista de izquierda ante mis comentarios de nacionalización del comercio exterior y la banca realizados en una entrevista radial telefónica antes de la mega devaluación.

No son los únicos, ya que algunos (muchos) amigos que evalúan mis presentaciones públicas me endilgan la imposibilidad de materializar mis propósitos anti capitalistas y que se requieren soluciones para el “mientras tanto”, lógicamente dentro del capitalismo.

Utópicos son los que esperan soluciones para la mayoría dentro del capitalismo

La realidad es que mientras me califican de utópico, el capitalismo realmente existente continúa su desarrollo, con mayor desigualdad a escala mundial y local.

La organización OXFAM presentó en Davos, en el Foro Económico Mundial un informe que entre otras cuestiones relata como 85 fortunas tienen el equivalente de la riqueza de la mitad de la población mundial, unos 3.500 millones de habitantes.

A su vez, la CEPAL, en su último Panorama Social de América Latina difundido a comienzos de este 2014 da cuenta del estancamiento en la tendencia a la mejora de los indicadores sociales verificados en buena parte de la década 2002/2012, con deterioro de las causas que explicaron el gran crecimiento de la región y su impacto positivo en la disminución de la pobreza.

El asunto es que la crisis, con epicentro en el capitalismo desarrollado, situación normal para calificar de mundial a una crisis, empieza ahora a sentirse entre los países emergentes, forma de llamar a aquellos territorios receptores de inversiones externas en plena crisis de los desarrollados, y lógicamente con ellos, el impacto de la crisis se extiende a todo el resto de países, amplificando el fenómeno de la miseria, la pobreza y la mayor explotación de los trabajadores, de los pueblos y de la naturaleza.


Lo utópico es pensar en un “mientras tanto” (difuso) en el marco del horizonte capitalista.

Juan Carlos Pugliese, el ministro de economía en el ocaso del gobierno de Raúl Alfonsín, confesaría a la sociedad que les habló con el corazón y los empresarios le contestaron con el bolsillo. Se puede pensar que se olvidó del orden social capitalista presidido por la lógica de la ganancia y la valorización del capital.

Ocurre lo mismo cuando las autoridades actuales se sorprenden ante la actitud especulativa de la sociedad ante la posibilidad otorgada por la política económica para ahorrar en divisas, o cuando solicitan a los productores vender sus tenencias acumuladas en silo-bolsas para bien de la situación económica nacional.

Ambas acciones, las compras de dólares o las retenciones de producciones, son parte de una cultura propia del orden capitalista incentivado por la posibilidad ofrecida desde la política gubernamental.


Ahora, desde el agrupamiento Carta Abierta se acusa al poder económico de haber obligado al gobierno a devaluar, siendo que el deliberado accionar político podría haber enfrentado, no de palabras, sino con acciones la aspiración por la depreciación de la moneda nacional.
La propia Presidenta aludió a la ausencia de una burguesía nacional, sujeto imprescindible para el sueño utópico del capitalismo nacional a que convocó Néstor Kirchner el 25/5/2003.

¡El capitalismo nacional es una utopía!


No existe ese sujeto burgués para un capitalismo nacional en tiempos de transnacionalización de la economía, verificado en la dominación transnacional de la producción y los servicios en el país, aun en una década de críticas discursivas contra el neoliberalismo, los organismos internacionales y el poder económico concentrado.
Históricamente, el peronismo pretendió suplir la ausencia de burguesía nacional con el papel del Estado como sujeto colectivo para definir ese objetivo deseado.

Resulta que el Estado ha sido reformulado en los 80´ y 90´, siendo la institucionalidad neoliberal, reforma constitucional incluida, con sus tratados internacionales e institutos de libre comercio y defensa de las inversiones extranjeras (TBI, CIADI, etc.), con la legislación favorable a los transgénicos, la reforma al Código minero, la protección a la producción de las terminales extranjeras de la industria automotriz, la promoción de la industria de armaduría, o la ley de entidades financieras supérstite; junto al cáncer de la especulación financiera y el endeudamiento, lo que explica el carácter estructural de la subordinación y dependencia del capitalismo argentino al orden contemporáneo del capital, más allá de buenas intencionalidades discursivas.

Un mérito del kirchnerismo fue captar a importantes sectores de la sociedad y el movimiento popular para su proyecto político de hacer normal el desarrollo capitalista en la Argentina, es decir, crecimiento económico con consenso social y relativa capacidad compensatoria de satisfacer necesidades insatisfechas y deterioro absoluto y relativo de condiciones de vida entre 1975 y 2001.

La convergencia de demanda social hacia el 2001-03 con el discurso oficial kirchnerista favoreció la extensión del consenso que empieza a encontrar límites ante las restricciones para continuar la convivencia del desarrollo capitalista “normal” con paliativos social de inclusión.

Estamos en pleno despliegue del ajuste

El ajuste responde a plena lógica del régimen del capital. No es impuesto por lógica externa, sino por la propia dinámica de la búsqueda de la ganancia, la acumulación y la valorización.


La devaluación desde el 1 a 1 a 1 =1,40 y su proyección 1=3 y su evolución hasta el 1=8 constituyen una política de transferencia de ingresos desde la mayoría de la población con ingresos fijos a la minoría en condiciones de fijar precios en el conjunto de la economía. La política de gobierno, sea fiscal o monetaria, de ingresos y precios, más allá de ciertas iniciativas en el intento de frenar aumentos o administrar el precio de la divisa ha sido funcional al modelo de acumulación de ganancias, de riqueza y de poder.

No todos los países sufren el problema de la inflación, no del modo en que se soportan para la mayoría de la población en la Argentina. El asunto es que la inflación, lo dijimos muchas veces, es la forma específica que tiene el poder económico actuante en el país para redistribuir regresivamente el producto social del trabajo en el país. La responsabilidad gubernamental es esencial, por acción u omisión.

Desde el fortísimo impacto social de la situación económica del 2001-2002, se crearon condiciones para desplegar paliativos que nunca retrotrajeron la situación social a otros tiempos del capitalismo local, previos a 1975, el máximo de redistribución progresiva en el marco capitalista. El tiempo de las reformas encontraron un límite hacia el 2007 y por eso la respuesta del capital hegemónico fue la inflación, que contagia incluso a sectores no hegemónicos, que aumentan precios mientras exista mercado que demande sus bienes o servicios. Por esto es que la inflación no solo tiene sus causas en los grandes fijadores de precios, sino que estos tienen capacidad de extender la cultura remarcadora asociada a la demanda de un patrón de consumo que favorece a los monopolios.

El gobierno se jacta de no querer generalizar el ajuste. Sin embargo, la inflación es ajuste. Es algo que sufre la mayoría de trabajadores, regulares o irregulares, precarios o no, tercerizados o no, activos o pasivos, incluso benefactores de subsidios congelados o actualizadas en una desigual carrera contra los precios de bienes y servicios que consume la mayoría de la población.

La realidad es el ajuste mundial que induce el capitalismo en tiempos de crisis, con especificidades nacionales. En Argentina se pretende disciplinar a los trabajadores que se aprestan a discutir convenciones colectivas, intentando que demanden por debajo de la inflación pasada y en perspectiva, que dicho sea de paso, nadie puede verificar a ciencia cierta ante las incertidumbres de las mediciones del INDEC. Una gran incógnita es el nuevo indicador federal de la evolución de los precios, algo a develar en los próximos días y meses.

No es en las conspiraciones en que se debe indagar sobre los responsables de los problemas económicos de la Argentina, es en el propio capitalismo y su lógica de explotación de fuerza de trabajo (agro y monocultivo, industria de armaduría dependiente de insumos externos) y naturaleza (tierra, agua, minería, hidrocarburos), como en la dependencia del ingreso de inversiones externas (Chevron, por ej.) o préstamos (acuerdo con el BM, búsqueda de acuerdo con el club de París para cancelar deuda ilegítima asumida en tiempos de la dictadura genocida).

Llamemos a las cosas por su nombre: el problema es el capitalismo

Resulta imprescindible cambiar la lógica de razonamiento sobre la solución de los problemas que afectan a nuestro pueblo. No existe salida dentro del capitalismo. Eso es lo utópico. Hace falta enfrentar el orden capitalista y así como el capitalismo tiene sujeto social que lo hace posible, en la vanguardia las transnacionales, los principales estados capitalistas y los organismos internacionales, los que generan el sentido común mayoritario para un patrón productivo y de consumo privilegiando el sálvese quien pueda y el individualismo, el anticapitalismo y el socialismo también requiere de la construcción del sujeto social para el cambio.

Esa construcción de sujeto es el “mientras tanto” entre la denuncia actual al orden capitalista y su gobierno, y la perspectiva para pensar en construir una sociedad alternativa con otro modelo productivo y de desarrollo, bajo el programa de la soberanía alimentaria, energética, financiera en un marco de integración regional no subordinada.

La soberanía alimentaria supone discutir el modelo sojero “transgénico” monoproductor, bajo el comando de las transnacionales de la alimentación y la biotecnología, de Monsanto, Syngenta, Dreyfus, Bunge y otros similares. Se trata de avanzar desde la agricultura familiar y de las comunidades en articulación con comunidades barriales de abastecimiento popular, extendiendo ferias contra grandes cadenas comerciales monopólicas, en beneficio de calidad de vida y empleo extendido con participación popular en la definición del patrón de producción y consumo.

Al remitir a la soberanía energética se supone asumir el proyecto “petroamérica” oportunamente sustentado por Hugo Chávez para articular una política energética común en Nuestramérica, lo que significa aunar criterios de impulso al desarrollo tecnológico y científico autónomo, con aporte de las universidades públicas de la región, con asignación de presupuestos suficientes y una convocatoria a definir el modelo productivo y de desarrollo no solo para el país, sino integradamente con la región.

Apuntamos a sustentar la propuesta de “nueva arquitectura financiera” para la región, con fondo constituido por las reservas internacionales, las que deben dejar de alimentar las finanzas del capitalismo desarrollado para organizar financiamiento propio con Banco del Sur o del ALBA, con aliento a monedas locales, sea el SUCRE (aceptado en el ALBA y que Venezuela podría proponer al Mercosur), o los acuerdos escasamente desarrollados de intercambio con monedas locales como el suscripto entre Brasil y Argentina.


Todo ello es posible si se denuncian los acuerdos bilaterales, se retira a la Argentina del CIADI, se generaliza una campaña contra el libre comercio redivivo en la Alianza Pacífico o en los acuerdos del Mercosur con la Unión Europea, si se audita la deuda pública, especialmente ahora la que demanda el Club de París, que en su mayoría es deuda ilegitima, espuria y odiosa, por haber sido asumida por gobiernos no constitucionales.

Cualquier medida que asumamos en este sentido, sea la nacionalización del comercio exterior y la banca, como venimos proponiendo, supone golpear fuerte al desarrollo capitalista e iniciar la construcción de un nuevo orden que me empecino en llamar socialista. No es una utopía la lucha contra el capitalismo y por el socialismo, es una demanda de nuestro tiempo, es el camino por la emancipación social y la defensa de la naturaleza.
Nota:
1) En el programa de Rolando Graña, tercera posición, 3P, en A24.
Fuente: http://www.argenpress.info/2014/02/es-utopico-luchar-contra-el-capitalismo.html


15 de febrero de 2014

I. Aval a la impunidad de ayer y hoy del poder económico imperialista por creencia generalizada o sentido común de que el capitalismo puede reformarse.

El economista de izquierda Claudio Katz entrevistado por Mario Hernández (especial para ARGENPRESS.info) desarrolla su propuesta de una gran campaña entre los de abajo por establecer el monopolio estatal y por participación de los trabajadores en el control de las cadenas formadoras de los precios.

(…)CK: He visto muchos trabajos circulando en estos días, de muchos compañeros y de analistas que me perece que hacen muy bien en poner el acento ahí, en reconstituir el monopolio estatal del comercio exterior con alguna versión actualizada de la Junta Nacional de Granos o algún otro organismo, no importa tanto el nombre.
Así como Venezuela maneja la renta petrolera, Argentina necesita controlar la renta sojera. No puede ser que 10 grupos exportadores controlen el 80% de la cosecha y nos hagan este chantaje de exportadores y acopiadores que retienen la soja esperando una mayor devaluación. Hay que cortar por ahí y me parece muy bueno cómo se está empezando a discutir el tema.
Creo que hay que aplicarlo rápido, antes que el Banco Central se quede sin reservas. No es cuestión de andar pulseando con esto hasta abril, cuando nos quedemos con la mitad de las reservas que tenemos actualmente. Hay que aplicarlo efectivamente. Tiene que ser monopolio estatal del comercio exterior manejando toda la comercialización privada, no en paralelo con las cooperativas o los grupos exportadores. Lo más importante es que hay que aplicarlo bien para que el remedio no sea peor que la enfermedad. No se puede repetir lo de YPF. No podemos expropiar un día y varios meses después pagarle U$S 5000 millones de indemnización. Si vamos por ese lado son medidas que terminan agravando el problema porque irritan a los poderosos y no despiertan la confianza popular, entonces estamos en el medio del escenario agravando una situación y sin resolverla.

Creo que hay que lanzarse urgente a una gran campaña por la nacionalización, por el monopolio estatal del comercio exterior y a partir de ahí ir al plan integral. Porque todo el mundo dice: ‘no se necesitan parches, hay que ir a un plan integral’, pero el problema es de qué tipo.

Que los empleados de comercio tengan inmunidad estatal para controlar la remarcación
El
 plan que necesitamos, arrancando por el control de las divisas, de los dólares del comercio exterior, tiene que ponerle un techo efectivo a este alocado aumento de los precios. Hay que ir a un control de precios real. Todos estos experimentos de precios cuidados, administrados, negociados, son vías por las que no vamos a ningún lado. Hay que hacer una fiscalización directa de los costos, de la comercialización y las formadoras de precios.

Creo que la novedad tiene que ser que los trabajadores tengan atribución para controlar directamente en las fábricas y en los puestos de comercialización. Una idea que escuché el otro día a un compañero y me pareció excelente: que los empleados de comercio tengan inmunidad estatal para controlar la remarcación. Cuando a un empleado de comercio de ordenan ‘remarque’, tenga la posibilidad de contestar: ‘Yo aquí estoy haciendo un acto que va contra la ley’. Tiene que tener la posibilidad de decir eso y hay que aplicar la Ley de Abastecimiento. No puede ser que las cadenas puedan hacer este chiste de dejar algunos precios formalmente controlados, en realidad de productos desabastecidos, mientras todo lo demás se dispara sin ningún control. Hay que aplicar la Ley de Abastecimiento y prohibir ese tipo de acciones y que no vengan con el cuento que es inviable, ineficaz y solo el mercado puede fijar los precios. Si es así nos vamos a morir de hambre porque lo va a hacer para favorecer a los grupos dominantes y la mayoría de la población va a volver a lo que hemos sufrido en 1975, 1989 y 2001 y no queremos.

Control real de precios y de cambio en serio. Hay una gran campaña contra el cepo cambiario, pero los que la hacen quieren liberar el mercado cambiario, una devaluación más grande. Que el dólar se vaya de $ 8 a $ 12 y quieren hacer un dólar financiero como ya hay varios que lo están pidiendo, completamente libre. Una devaluación que vaya marcando un ritmo que no sabemos en dónde termina.

La izquierda y los sectores progresistas no debemos temer al uso de la palabra control de cambios. Necesitamos un control y no la liberación y ese control tiene que ser en serio, transparente, priorizar el uso de las divisas en función de las necesidades del país y no el capricho irracional que ha imperado en los últimos meses donde se regalan divisas para cualquier cosa. Se derrochan en turismo, en pago de la deuda, en subsidios a los grupos económicos.

Entonces, monopolio del comercio exterior con control de precios y cambio y, obviamente, esto sólo es factible si el sistema bancario, por donde transita todo este proceso está controlado por el Estado. Si hay una banca nacionalizada que impida que los bancos hagan esta política dual de aceptar formalmente las regulaciones que emanan del Banco Central y, en los hechos, ser los artífices de todo el desmadre económico que ha comenzado.
Estamos en una situación muy seria, muy complicada, la Argentina es nuevamente el centro de la atención mundial, no casualmente el New York Times, el Wall Street Journal, los grandes grupos de presión están poniendo el foco.
 Leer

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Para discutir esta propuesta tengamos en cuenta al siguiente artículo:

Control de precios y capitalismo “razonable”

Por Rolando Astarita
Por estos días, en Argentina, circula la idea de que se puede frenar la inflación con un adecuado control de precios del Estado, ayudado por el puebloCon matices, la propuesta del control de precios es un común denominador de la izquierda local: partidarios del “socialismo de Estado”, nacionalistas de izquierda, sindicalistas progresistas, economistas de izquierda y toda clase de “amigos del pueblo” son entusiastas defensores de la idea. Algunos se consideran cercanos a Marx; otros, más prácticos, se inspiran en la experiencia chavistaSin embargo, a todos los une la convicción de que es posible poner al Estado (¿y al gobierno?) al servicio del control de precios, y en un sentido beneficioso para los explotados y oprimidos. Por su parte, la presidenta Cristina Kirchner también convocó a la tarea; y en la misma vena, los integrantes de la kirchnerista Carta Abierta se ofrecieron a ir a los supermercados, planilla en mano, a combatir a la antipatria. Podemos decir entonces que estamos ante un “frente de unidad de acción”, de hecho, para imponer el manejo de los precios y torcerle la mano a los “oligopolios y especuladores” (que son cipayos, para colmo). En todo esto subyacen ideas concatenadas. Así, se piensa que:
a) los precios son manejados a voluntad por un “puñado de formadores de precios”, los grandes grupos económicos concentrados;
b) de manera que la inflación y la devaluación es obra de esos grupos (el sistema capitalista no tiene que ver en esto);
c) pero, felizmente, el Estado (incluso cuando se admite su carácter capitalista) puede ubicarse por encima de las contradicciones de clase, a condición de que el pueblo “presione”;
d) de manera que los precios pueden manejarse convenientemente, siempre que exista la presión necesaria desde el polo Estado + pueblo;
e) además, dada la concentración de la economía, basta controlar al puñado de grandes grupos para acabar de raíz la inflación.
Los más optimistas agregan que con el control de precios, y algún otro control (del comercio exterior, por ejemplo) se podrían aumentar los salarios, sin que se escaparan el dólar ni la inflación, con lo que resultaría una economía que, si bien capitalista (no todo es perfecto en la vida), sería bastante aceptable para los asalariados.

Propuesta sin bases sólidas
El principal problema del programa anterior es que está en las nubes. Es la visión característica del pequeño burgués que sueña con un capitalismo “razonable” (cuya clave de bóveda son las ganancias “razonables”), en que los trabajadores, con un poco de presión, y la colaboración del Estado, no padezcan las calamidades que derivan de las contradicciones objetivas del actual modo de producción. Son varias las razones que llevan a concluir que esta propuesta es pura ilusión ideológica.

  • En primer lugar, la tesis de que los precios son decididos a voluntad por un grupo de oligopolios no tiene sustento, ni empírico ni teórico (ver, por ejemplo, notas sobre la tesis del monopolio, aquí); no sucede a nivel mundial, y Argentina no sale de la regla. 
  • En segundo término, la explicación de la inflación argentina por acción de los oligopolios tampoco se sostiene (ver aquí y aquí). 
  • En tercer lugar, el Estado no está por encima de las clases sociales; y en los conflictos fundamentales se ubica decididamente del lado del capital. Más en particular, y como he explicado en la nota anterior (aquí), el objetivo de hacer competitivo al capitalismo argentino vía devaluación y caída del salario es compartido por prácticamente todos los capitales afectados a la producción de bienes transables, sin distinción de grandes, medianos o pequeños. 

Todos ellos apuestan hoy a que los salarios aumenten por debajo de los precios y del dólar, de manera de consolidar una redistribución regresiva del ingreso, desde los asalariados al capital de conjunto. En esto el gobierno K no está solo, lo acompaña casi todo el arco burgués, incluida la burguesía “no monopolista, no especuladora”.

Por otra parte, están la historia y la evidencia empírica. Han habido muchas experiencias de controles de precios, y los resultados nunca fueron los que pretenden sus defensores. Al vuelo, cito algunos casos: el control de precios del franquismo, en España; el de Onganía, con su plan de estabilización; el de Nixon, en EEUU, en los años 1970; el de Perón en 1973-4. Y por estos días, en Venezuela. ¿Cuál ha dado resultado? Se puede admitir que por un lapso de tiempo los controles lograron, a veces, moderar la inflación, pero nunca torcieron la tendencia, que termina imponiéndose. Nótese también que los controles no son patrimonio exclusivo de gobiernos izquierdistas.

Pero además, los controles de precios no solucionan ningún problema que tenga que ver con la acumulación y el desarrollo de las fuerzas productivas. Si los capitales no invierten -y en tanto esté vigente el modo de producción capitalista, la inversión es decisión de los capitalistas-, el control de precios es impotente para revertir la situación. Lo sucedido en Argentina en la última década en energía o ferrocarriles, para tomar dos casos importantes, es ilustrativo. Más clara todavía es la experiencia en Venezuela, del capitalismo estatal dirigido por el chavismo (véase aquí, por ejemplo).

¿Colaboración de clases para un capitalismo “razonable”?
Sin embargo, y esto es lo más importante, la propuesta que estoy analizando sí tiene un sentido político e ideológico, y éste es negativoEs que una vez aumentada la diferencia entre precios (y dólar) y salarios, los controles sirven para desactivar los reclamos sindicales e inducir a los explotados a “cooperar” con el Estado, el gobierno y el capitalismo “no cipayo, no monopólico, no especulador”. En las condiciones de dominio del sistema capitalista, llamar a los trabajadores a que pongan el hombro, es convocar a la colaboración de clases. Lamento que gente de izquierda, que incluso se considera marxista, esté embarcada en esta campaña.

Vinculado a lo anterior, y desde un punto de vista ideológico general, la propuesta también inculca la idea de que el sistema capitalista puede funcionar bajo una suerte de “control de los trabajadores”, provisto que estos ejerzan la conveniente presión. Estamos ante la ilusión de que los capitalistas “se van a portar bien” si están bajo la atenta vigilancia de activistas y militantes populares. Es la perspectiva de un capitalismo idílico, que nunca existió, ni puede existir. Subrayo: no puede existir porque en el sistema capitalista rige la propiedad privada. En tanto subsistan estas relaciones de producción –propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio- será imposible manejar los precios y el mercado. Los precios, en última instancia, son regidos por los tiempos de trabajo socialmente necesarios; no son una creación artificial. Al lector interesado en profundizar, le recomiendo leer el capítulo 1 de El Capital. Este texto es para pensar política sobre bases científicas, y poder ver por detrás del fetiche mercantil.

Por otra parte, en la medida en que las economías se hacen más complejas, en que aumenta la interdependencia, se pone más en claro que el control tiene patas extremadamente cortas. Para que esto no quede como afirmación dogmática, hagamos un sencillo ejercicio. Tomemos la idea, que se repite a cada rato, de que los precios deben establecerse según una ganancia “razonable” (expresión del ministro de Economía argentino; también del presidente Maduro).

Pero… ¿cuánto es “razonable”? ¿10%, 20%, 25%? ¿Cómo se calcula esa tasa de ganancia “razonable”? ¿Por qué del 20% y no del 10% o del 30%? Además, ¿es tasa de rentabilidad sobre capital invertido, o se calculan precios teniendo en cuenta los márgenes de venta? En cuanto al capital invertido, ¿cómo se lo calcula? ¿A costos de reposición, o a precios históricos? Además, ¿se tratará de una tasa de ganancia igual para todas las ramas, o habría diferenciaciones, según las perspectivas de crecimiento de las ramas? Dentro de las ramas, ¿las tasas de ganancia deberían ser iguales para todas las empresas, sin importar su productividad? ¿Y qué se hace con las que gozan de economías de escala? En lo que atañe a los salarios, ¿deben adecuarse de manera que todas las empresas tengan las mismas tasas de rentabilidad, o al revés, hay que partir de salarios iguales (digamos, para los trabajos simples) en todas las ramas? Pero en este último caso, las tasas de ganancia no podrían igualarse. Y si se decide por la primera opción, los salarios no pueden ser iguales. ¿Cómo se arreglan estos embrollos desde el Estado “popular capitalista”? Menudos problemas, pero hay más. Por caso, las amortizaciones; ¿las establecemos iguales para todos los capitales? ¿Y a qué tasa? ¿Hay que buscar una  “razonable”? Por otra parte, ¿cuántos son los beneficios que se permiten redistribuir a los accionistas, y cuántos los que se reinvierten? ¿Cómo se establece esa división? ¿También tiene que ser “razonable”? ¿Es igual para todas las ramas?

Advirtamos que con esto sólo estamos en los inicios del asunto, porque también hay que determinar cuál es la tasa de interés “razonable” que deberán pagar las empresas por endeudarse (¿y cómo se diferenciarán estas tasas, si las tasas de ganancia no convergen?); y las tasas de interés “razonables” para los consumidores; así como las rentas inmobiliarias “razonables” (afectadas por locaciones desiguales); como las primas “razonables” para los seguros. Sin olvidarnos, por supuesto, del tipo de cambio “razonable”. Al respecto, ¿habrá que adecuarlo por tipo de producto, para que todo esté “razonablemente” parejo para el pueblo? Y no nos olvidemos de los impuestos internos, ni de las tarifas aduaneras, que también deberían ser adecuados, para que nada se salga del cuadro “razonabilidad”. Y la lista sigue: ¿cuáles son los márgenes “razonables” de los intermediarios comerciales? ¿De las comisiones de las agencias inmobiliarias? ¿Y las tarifas “razonables” por servicios de abogados, médicos, contadores, etc., etc.? ¿Y del sector financiero?

Sin embargo, alguien podría argumentar que, aun reconociendo las dificultades del asunto, si se establecieran los precios “razonables”  de los “grandes formadores de precios”, todo lo demás se ajustaría por obra de los “mercados populares”, controlados por militantes populares, con la colaboración de capitalistas populares, bajo la supervisión del Estado popular y sus funcionarios populares. Claro que en ese hipotético caso habría que detectar a los “formadores de precios”. Y aquí se tropieza con la interdependencia entre las ramas. Para verlo, tomemos una matriz de insumo producto, conformada por 300 ramas, donde cada una provee insumos básicos (lo que los economistas llaman una matriz no descomponible). Esto es, la industria del petróleo, por caso, recibe insumos de las ramas del acero, de la de máquinas herramientas, del pan, del vestido y otros bienes de consumo (porque el petróleo contrata obreros), del gasoil; y a su vez, la industria del petróleo provee, directa o indirectamente, insumos a todas las demás. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo individualizar las, supongamos, 10 industrias formadoras de precios? Para bajarlo a tierra: cuando YPF, bajo control del Estado “nacional y popular”, aumenta las naftas un 40% en un año, ¿lo hace porque es formadora de precios, o porque los precios de los insumos se le imponen? La realidad es que en un sistema de interdependencia, cada empresa (y cada rama, en última instancia) de la matriz básica es “formadora” porque a su vez recibe precios “formados”.

Pero además, lo anterior todavía es estático, no es más que un “corte transversal”. El sistema capitalista es dinámico; constantemente están cambiando las productividades por sectores, las tecnologías, las necesidades; la competencia externa se hace sentir, las clases sociales son dinámicas, y también los conflictos. ¿Cómo se mantiene todo esto en un equilibrio que permita la reproducción de las razones cuantitativas “razonables” establecidas? ¿De qué manera los controles populares pueden operar sobre esto, en tanto las decisiones de inversión continúan en manos de los capitalistas? Claro que en el mundo del reformismo, el capitalismo con precios bajo control popular (y comercio exterior, tipo de cambio y bancos convenientemente vigilados), habrá eliminado la anarquía de la producción (¿o la ley del valor no impone una regulación anárquica?)  y con ella, también las crisis. Es el sueño supremo. Como decía Marx, quieren eliminar los males del sistema, sin acabar con el sistema. Sobre esta tontería se construye toda la propuesta.

Superación del mercado, una cuestión social y política
Naturalmente, con esto no estoy diciendo que el mercado no se puede superar. El mercado se puede superar, pero ésta es una tarea histórica, que solo podrán acometer sociedades altamente evolucionadas, que hayan dejado muy atrás la producción basada en la propiedad privada de los medios de producción. En tanto esto no suceda, el mercado no puede superarse. Incluso una revolución socialista, en la que los trabajadores efectivamente tengan poder, deberá avanzar muy lentamente en su ofensiva contra el mercado. No es una cuestión técnica; tampoco se trata de un obstáculo que se pueda saltar con “apoyo popular” o “movilización popular” en tanto estemos en los marcos del sistema capitalista. Ni siquiera el régimen de la URSS, con cientos de miles de empleados abocados a la planificación (burocrática), y estando la industria, el transporte, la banca, el comercio y buena parte de la producción agrícola nacionalizadas, pudo eludir los rigores de la ley del valor trabajo. ¿Cómo se puede sostener entonces que se pueden manejar los precios desde el Estado capitalista? Alguna vez Lenin dijo algo tan simple como fundamental: para controlar hay que tener poder. Si no tengo poder, no controlo. Los capitalistas controlan porque tienen poder económico, y ese poder económico se asienta en la propiedad privada. El Estado, en tanto subsista esa base, no puede no ser capitalista. Y el mercado no puede no responder a las leyes de la producción capitalista. No hay “control” popular por encima o por fuera de estas constricciones. Un análisis materialista tiene que empezar por la base. Son las contradicciones sociales las que mueven, en última instancia, a las clases sociales. Estamos en el ABC del marxismo.

Una vez más, repito lo que dije alguna vez en este blog: hay que aprender a luchar sin ilusiones (aquí).  No se gana nada prometiendo paraísos que sólo existen en la imaginación. Aunque quienes prometen sean personas bienintencionadas y deseosas de ayudar a la humanidad. No es una cuestión de voluntad, sino de relaciones sociales objetivas.

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Control de precios y capitalismo “razonable”
Fuente: http://rolandoastarita.wordpress.com/